Reforestar con pinos y eucalipto, ¿una peligrosa práctica?

Ambientalistas del Huila han alertado sobre las repercusiones negativas que acarrea el monocultivo de este tipo de especies. Quienes las sembraron, y planean continuar haciéndolo, aseguran que en impactos ambientales, solo figuran aspectos positivos. La controversia apenas comienza.

En el centro del Huila planean que, antes de finalizar el presente año, ya se hayan minado 150 hectáreas de tierra con plantas de pino. Y en Garzón los 14.000 árboles de eucalipto del hotel El Bosque ya acapararon la atención de miles de turistas. Los paisajes son llamativos tanto para visitantes, como para los propios opitas, pues ver tales magnitudes de bosques de ambas especies es completamente nuevo en la región.

Las plantaciones de Zuluaga, Hobo y Gigante nacieron con ideas contrarias para lo que se están utilizando ahora. En primera instancia se pensaba aprovechar la madera, pero luego la idea germinó en convertir los bosques en hoteles y, de paso, contribuir al medio ambiente, coinciden los dueños de los terrenos.

No obstante, el remedio para subsanar el daño en estos ecosistemas podría ser peor que la misma enfermedad, advierten expertos. El bosque nativo no se está recuperando.

De acuerdo con Oscar Castillo, profesional ambiental con experiencia en reconocidas entidades regionales ligadas a la protección y cuidado del medio ambiente, los monocultivos de especies introducidas (que no son de Colombia), como los pinos y eucaliptos terminan afectando las fuentes hídricas, los suelos y la fauna.

El impacto que sufren las especies nativas de las zonas es alto, aseguró. “El eucalipto y pino absorben bastantes litros de agua para sobrevivir, captan el líquido de pozos subterráneos, nacederos que hayan cerca o quebradas, y la utilizan para el sostenimiento del bosque, pero a la vez están dejando sin agua a una comunidad, y si hay nacederos cerca, en un futuro los van a extinguir”, explicó.

También dijo que las diferentes especies de biodiversidad, como las aves, “no van a llegar ahí porque no hay alimentos”.

E hizo énfasis en que dichas plantas son alelopáticas, es decir que no permiten crecer nada a su alrededor, porque las hojas acidifican en gran proporción el suelo.  Por eso a futuro entre las consecuencias figura desertización o aridez del suelo.

“Muchos años atrás las mismas entidades gubernamentales dieron de esos árboles para sembrar, tal vez por falta de asesoría y desconocimiento, se le entregaba a las comunidades con miras a reforestar. Siempre ha habido falta de información y cualquier árbol que les dan van y lo siembran. En estos casos parecieran intentar parecerse a los bosques de Norteamérica, que son de coníferas, y claramente para los turistas que no saben, el lugar es llamativo, porque pareciera encantado, pero tiene unas afectaciones ecológicas”, sostuvo.

Desplazamientos

En esa misma línea, Jorge Perdomo, Biólogo especialista en Derecho Ambiental, afirmó que también se genera dominancia a nivel de unas especies y desplazamiento de otras, que son nativas. Así pues, la diversidad vegetal y animal es muy limitada.

Describió que la primera experiencia al ingresar a un monocultivo de  pino es la poca o nula presencia de plantas rastreras. Y esto también se debe a que las plantaciones si se hacen muy juntas no permiten que llegue suficiente luz solar al suelo; una alternativa sería la entresaca.

“El turismo está en un momento de auge y las personas siembran lo que les dice, irresponsablemente introducen especies que pueden generar la hecatombe o ruptura de los ciclos naturales ecológicos de los ecosistemas opitas”.

Afirman los ambientalistas que donde hay pinos no se da nada más. Las hojas al desprenderse de los árboles botan un aceite y ello es lo que acaba con la capa vegetal.

Las dos especies son altamente comerciales y gozan de permisos ambientales, caso contrario a lo que sucede con el cedro y demás árboles maderables. El eucalipto, contrario al pino, sí se da en clima caliente.

¿Se acabó con bosque nativo?

La comunidad ha manifestado que para dar surgimiento al bosque de pino oocarpa en Hobo y Gigante, originario de Centro América, se acabó con las especies vegetales nativas. Gerardo Luna, dueño de los terrenos, manifestó que antes de realizarse la transformación, la zona era ganadera, cafetera y de cacao. Incluso en compañía de un hermano tuvieron proyectos agrícolas.

“Pero nos pusimos a hacer cuentas y eso no daba, desde el punto de vista económico”, dijo. Posteriormente se acogieron a un programa de la Federación Nacional de Cafeteros de reforestación.

Eso fue hace 10 años cuando la finca tenía 70 hectáreas, la mayor parte fue reforestada. Especialmente la zona de pradera. El fin era aprovechar la madera.

“Son tierras agrestes, de altas pendientes y erosionadas. A través del tiempo el ganado ha venido impactando negativamente”, dijo Gerardo Luna.

“Yo hice una cabaña en medio del bosque, porque ese era mi sueño. A medida en que iban creciendo los pinos me fui enamorando de ellos. Luego conocí a Mónica, mi esposa, le comenté todos los sueños que tenía de poder dejar los bosques como patrimonio para la humanidad. Generaba un clima muy agradable, entonces decidimos darle un giro al objetivo inicial”.

Fue así como nació el proyecto hotelero Los Pinos. Hace tres años comenzaron a tramitar los procesos legales. Los alojamientos del proyecto se han construido con este tipo de madera.

Ahora, el lugar se vende ante, propios y visitantes, como “un lugar dedicado a la tranquilidad de la mano con la naturaleza y el buen trato”, y “en medio de un paisaje agreste rodeado de pinos”. En la descripción también aseguran que se podrá “disfrutar de tres hermosos senderos ecológicos rodeados de pino y muchas especies más de árboles nativos”.

Ampliar las plantaciones

Inicialmente se sembraron 70 hectáreas, con el paso de los años se ha ido ampliando y para este año la meta es totalizar 150 hectáreas ante de finalizar diciembre.

La práctica de siembra que están implementando es entresaca, sostuvo Luna. Siembran 100 pinos por hectárea, de tres por tres, pero para realizar el aprovechamiento extraen el 50% de estos. Los de menor calidad se dan de baja.

En la zona nace una quebrada y por el área reforestada está la microcuenca del afluente. “Nosotros tenemos tres objetivos principales, y el primero es la parte ambiental, una hectárea de bosque de pino nos está capturando aproximadamente 60 toneladas al año de dióxido de carbono; se están generando 43 hectáreas de biomasa, la hoja de pino, que cae al piso, se descompone como materia orgánica”, dijo.

También manifestó que la porosidad de los suelos provocada por los pinos “ayuda a regular el flujo hídrico, es decir que cuando llueve el agua penetra dentro del suelo más fácilmente y evita que se generen avalanchas. Y ayuda a bajar la presión antrópica sobre los bosques naturales”, concluyó.

Expertos han indicado que las repercusiones positivas o negativas de este monocultivo dependen propiamente del manejo que se le dé.  Está en juego la distancia de siembra, como también la protección de las fuentes hídricas y la recuperación de los suelos, todo ello en una misma estrategia. ¿Se está aplicando eso en Huila?

La CAM, autoridad ambiental  regional, manifestó que no conocen de denuncias relacionadas a daños ambientales ni de reforestaciones con este tipo de especies.

TOMADO DEL DIARIO LA NACIÓN.