RECIENTEMENTE FALLECIDA
ESCRITO POR AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO, ABOGADO, ESCRITOR Y COLUMNISTA
La señora LEONOR IRIARTE DE MANRIQUE, falleció en la ciudad de Bogotá, el pasado viernes 14 de agosto del presente año. Había visto partir a su esposo, el mismo día, hace diecisiete años y haber formado parte de un hogar muy solidario y unido por sus dos hijos, María Victoria y Luis Fernando Manrique Iriarte.
Esta mujer, que hace parte de esos seres que perduraran en nuestra mente y que se ganó la confianza y el aprecio de muchas personas que la conocieron y fueron afines a sus ideales humanísticos, deja un gran vacío difícil de entender, cuando fue un soporte en todo el proceso familiar durante aquellos años que enfrentó en compañía de su esposo Jaime Manrique Vargas y de las autoridades de la República, sendos secuestros sucesivos de su hermano Manuel de Jesús Iriarte, y posteriormente el drama de su asesinato ocurrido el 8 de febrero de 1998 en la patria de sus ancestros, el Municipio de Tarqui.
Después de la muerte de su hermano Manuel de Jesús, Leonor Iriarte de Manrique fue la promotora junto con sus hermanas Ignacia, Mariela y Cecilia, de generar la creación y puesta en marcha de la FUNDACION SOCIAL MANUEL DE JESUS IRIARTE MACIAS, la cual ha desarrollado una serie de actividades en beneficio de la educación de los niños de escasos recursos de su tierra natal, de haberle apostado a la creación de la Emisora Comunitaria “El Ruiseñor de Tarqui” y de protección a las clases menos favorecidas, y su legado se mantendrá como una férrea defensora de su patria chica, a pesar de que hace muchos años, residía en la Capital de la República y nunca olvidaba sus tierras, su pasado y sus gentes.
Cuando estuvo residiendo en la ciudad de Garzón fue postulada por el Partido Conservador para integrar una lista al Congreso de la República, siendo una de las primeras mujeres en apostarle a la política, y a pesar de haber alcanzado una importante votación entre las gentes de su entorno, no alcanzó dicha dignidad que habría representado un acierto por el conocimiento de la región, por su apego a las tradiciones y por ser pregonera de su fidelidad a la religiosidad que profesaba, hasta el punto de que en sus últimos años elaboraba los rosarios y entregaba la estampa de la Virgen, a grupos y contingentes de soldados de la patria, al igual que a las gentes más humildes, buscando siempre la forma de alimentar la fe entre los creyentes.
Hoy, su partida deja un gran vacío. Aportó al desarrollo social y económico de la región y enfrentó siempre con toda la gallardía y el coraje del que hacía gala, las adversidades de una mujer que estaba convencida siempre de una confianza ineludible en la bondad de sus actos y en encontrar en los otros, una voz solidaria en la conquista y realización de los fines sociales que siempre la motivaron.
El empuje y la fortaleza espiritual de doña Leonor Iriarte de Manrique, difícilmente se encuentran en otras tantas mujeres de nuestra región y siempre quedaremos en deuda con su memoria y su historia, por no haber sacado el tiempo suficiente para hacer lo que ella siempre quiso, cuando me anunciaba su deseo de dejar un recuerdo, un legado escrito con las anécdotas y el repaso de los avatares a los que se había enfrentado, saliendo siempre adelante, desde cuando empezó sus estudios en el Colegio de Las Josefinas en Popayán y su periplo al haberse enganchado a laborar en el Banco de la República.
Hoy a sus hijos, hacemos extensivo un fraternal abrazo de solidaridad y de acompañamiento, esperamos que al igual que las generaciones que le heredaron su templanza, su rectitud y su honestidad, sigan perdurando en sus familias y sean el portaestandarte para pregonar que las enseñanzas de los abuelos, son el mejor legado en una sociedad que cada día, pierde el lindero del reconocimiento y la dignidad del ser humano, por dejarse llevar de las tentaciones y de los intereses económicos que destruyen la estructura individual y colectiva de nuestras gentes.
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